Carroña
El río Santiago es parte de una de las cuencas más importantes de México pero también uno de los ríos más contaminados del país. Miles de desechos industriales y domésticos se vierten diariamente a su cauce sin un tratamiento previo. Su emblemática cascada era conocida como el Niágara Mexicano, un destino turístico próspero pero sobre todo germen de vida, refugio y alimento para los pueblos que milenariamente lo han habitado.
Hoy su ribera se ha convertido en un corredor industrial. Sólo de Ocotlán a El Salto se concentra alrededor de 600 empresas nacionales y extranjeras que aportan 1090 contaminantes a su agua. La industrialización desmedida con la complicidad del Estado y su normatividad laxa han convertido a los municipios de Juanacatlán y El Salto en un infierno ambiental donde el agua, el suelo y aire se han vuelto tóxicos. Esto ha provocando graves enfermedades y daños irremediables a la salud de la población.
La cascada que fue una maravilla, símbolo de la abundancia y la vida hoy es paisaje distópico. Desde sus veinte metros de altura baja el agua menguada para explotar en su caída creando una densa espuma blanca y una fina brisa que transporta por los aires químicos tóxicos, metales pesados y materia fecal de la zona metropolitana de Guadalajara.
Aún así, desde este territorio lastimado su pueblo y su río resisten.
Algunas fotografías de esta serie fueron realizadas sumergiendo rollos de película análoga en el agua del Río Santiago por meses, para después ser reveladas. Los químicos descomponen y modifican el material celuloso de los negativos, generando nuevas imágenes que combinan trazos de la fotografía original con elementos inesperados.
Para el proceso de otras fotografías se introdujo agua del río dentro de la cámara para obtener como resultado final, la imagen del agua combinada con la imagen fotografiada.
The Santiago River is part of one of the most important watersheds in Mexico, but it is also one of the most polluted rivers in the country. Thousands of industrial and domestic waste are dumped into its wa- ters daily without prior treatment. Its iconic waterfall was known as the Mexican Niagara, a prosperous tourist destination but, above all, a source of life, refuge, and sustenance for the communities that have inhabited it for millennia.
Today, its banks have turned into an industrial corridor. From Ocotlán to El Salto, around 600 national and foreign companies contribute 1,090 pollutants to its waters. Unchecked industrialization, with the complicity of the state and its lax regulations, has turned the municipalities of Juanacatlán and El Salto into an environmental hell where water, soil, and air have become toxic. This has led to serious illnesses and irreversible damage to the health of the population.
The waterfall that was once a wonder, a symbol of abundance and life, is now a dystopian landscape. From its twenty-meter height, the diminished water cascades down, exploding in its fall to create a dense white foam and a fine mist that carries toxic chemicals, heavy metals, and fecal matter from the Guadalajara metropolitan area.
Yet, from this wounded land, its people and its river continue to resist.